20 mar 2011

La energía nuclear nos desafía a un salto evolutivo


La Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia que se realizó el año 2009-2010 tuvo por objetivo crear conciencia de la necesidad de un desarme nuclear mundial total. No estaba en cuestión el tema de la energía atómica como fuente de generación de electricidad, solo su utilización como armamento de destrucción masiva.


Pressenza Tokyo, 3/19/11 El hecho de que las bombas nucleares pudieran ser utilizadas cada vez por más países, incluso por grupos terroristas con capacidad tecnológica, o que un accidente causara daños devastadores, era y es razón suficiente para levantar el reclamo de todos los pueblos y forzar a sus gobiernos a un cambio de dirección. Presentimos que un desastre nuclear no habrá forma de evitarlo a menos que suceda algo "increíble", algo de otro nivel de humanidad: que se desarmen todos los países y se autoinhiban de utilizar ese tipo de armamento.
La Marcha Mundial impulsada por Silo a partir del 2009 desde el Parque de Estudios y Reflexión de Punta de Vacas y coordinada por Rafael de la Rubia, entonces Presidente de Mundo Sin Guerras, fue una señal dirigida a la conciencia de cada ser humano, a la conciencia planetaria naciente, para que reflexione y caiga en cuenta de la violencia que hay en su interior y de la dirección violenta de la sociedad. En el armamento nuclear y en su capacidad de destrucción indiscriminada, desde niños, adultos y ancianos, hombres o mujeres, se concentra la contradicción, la violencia y la vergüenza de la sociedad que hemos construido. No somos conscientes de ello y es fácil ocultarnos a nosotros mismos nuestra responsabilidad.
La Marcha Mundial proponía un posicionamiento y coherencia con esa postura respecto al desarme nuclear mundial total; queremos cambiar esa dirección destructiva en nosotros y en la sociedad en que vivimos y nos ponemos en marcha hacia un nuevo destino; buscamos una experiencia que nos comunique con la paz interna, con la fe interna y con una acción que haga crecer esa paz y esa fe.
Hoy debemos reflexionar no sólo sobre la eliminación del armamento nuclear, sino sobre la utilización de la energía nuclear misma.
Sabemos que hay dos tipos de reacción nuclear: la fisión y la fusión. La reacción de fisión que es la que conocemos, libera residuos radioactivos que no hay como eliminar y quedan como una espada de Damocles, sin poder estar jamás seguros si no ocurrirá algún evento que los suelte a la naturaleza. Esto sucede tanto en las plantas nucleares como en los basurales de sus residuos guardados bajo tierra en urnas de acero o de hormigón. El 11 de Marzo del año 2011 en Japón sucedió uno de esos eventos que no pueden suceder. Los 4 reactores de la planta Fukushima no se logran enfriar y están liberando radioactividad a la atmósfera; no sabemos la magnitud del daño a las personas, pero sabemos que está fuera de control.
El otro tipo de reacción nuclear, el de la fusión en que se libera energía desde la materia en cantidades varias veces más grande que la reacción de fisión y sin crear residuos radioactivos, está todavía en investigación y se requiere de más descubrimientos para que se pueda controlar. Sea por fusión del átomo o sea otro tipo de energía es seguro que la civilización mundial del futuro contará con un potencial de energía varias veces más grande y a costos bajísimos que lo que sucede actualmente. Para lograr ese salto de potencial energético se requiere un esfuerzo conjunto y una cantidad de recursos que solo la humanidad toda podrá alcanzar. Pero si con la energía nuclear actual estamos en peligro de aniquilar la humanidad y retroceder en la historia varios miles de años, ¿estamos dispuestos verdaderamente a contar con energías mucho más poderosas?
Estamos en desarrollo, todo está en desarrollo, el ser humano requiere cada vez más libertad para moverse, para pensar, para sentir, todo camina hacia la ampliación de la libertad. Donde se trate de controlar la intención del ser humano o de los pueblos, allí se levantara el huracán de la historia para arrasar con los que controlan la intención de esos pueblos. Todo está en desarrollo y la propia conciencia también está en evolución. No creo que la conciencia generará una fuente energética que la destruya, la conciencia no se destruirá a sí misma. La energía del petróleo, ni la energía de la fisión nuclear sirven en el futuro, llega un momento en que se agotan o nos destruyen. La falta de energía será un freno al mito del crecimiento infinito. Para descubrir las nuevas fuentes de energía será necesaria un salto cualitativo, un salto de la conciencia hacia la no violencia. La energía nuclear actual es un reto a la conciencia planetaria, si persistimos en su uso nos destruirá, si la eliminamos es porque nos hemos decidido por el desarme nuclear mundial total, por la utilización de energías que no arriesgan la vida humana, por el camino de la no violencia, porque hemos iniciado en nosotros mismos un cambio consciente y sin precedentes y caminamos hacia la nación humana universal.
El pueblo japonés es el primero que deberá responder esta cuestión. Habiendo sido víctimas de la intención humana con poder nuclear y habiendo sido víctimas del accidente nuclear deberán decidir su camino de desarrollo. Todos los pueblos también deberemos decidir nuestro destino. Nuestros gobernantes ya sabemos que decidirán para nosotros, lo que convenga a sus intereses particulares y al de sus amos, pero somos la gente, el ser humano, los pueblos, los que decidirán el camino de esta nueva era.