10 may 2011

Diferencias y consecuencias de abstenerse, votar en blanco, votar nulo o votar a un partido nuevo

Cuando llegan elecciones, pareciera que sólo hay dos opciones: en un lado están los que sólo hablan de dinero; en el otro, aquellos que ya traicionaron las esperanzas de la gente. Pero en realidad son socios y, en época electoral, regentan a medias el supermercado del humo.  A eso le llaman el voto útil.
 
Sin embargo, hay una tercera opción que cree que las personas somos más importantes que los balances macroeconómicos. Y que los triunfadores de hoy no tienen asegurado el futuro".  Si después del 22 de mayo los votantes vuelven a sentirse traicionados, que recuerden que tuvieron en sus manos la opción Humanista.

Vamos a explicar cuáles son las diferencias entre votar en blanco, votar nulo, no votar y votar a un partido como el partido humanista [que actualmente no tiene representación, pero que aspira a tenerla, si un gran número de personas, por una vez, siguen lo que les indica su corazón y su mente y no la manipulación mediática y el chantaje de los partidos en el poder que les hablan de la mentira del voto útil], por ser estas las cuatro opciones que habitualmente se barajan para mostrar el rechazo a los partidos que gobiernan.

1ª opción: Abstención: Consiste en no ir a votar.

Esta opción podría ser "efectiva", solo desde el punto de vista de la legitimidad democrática, si dejaran de ir a votar un 50% o más del electorado, pero la ley electoral actual no dice nada acerca de que haya un suelo por debajo del cual no sean legalmente válidas (legítima, mucho menos, obviamente) unas elecciones, y como consecuencia de lo cual, tuvieran que repetirse o implementarse otras medidas.

La abstención activa y con conciencia, por desgracia no hay forma de probarla, y suele ser interpretada por el sistema y los medios de comunicación que lo sustentan con la justificación del simple pasotismo o desinterés del ciudadano por la participación política, en lugar de comprender que este pasotismo y falta de interés o motivación pueden también explicarse como un modo de protesta o de no implicación en ese proceso por considerarlo falseado o antidemocrático.

Desde el punto de vista práctico, una alta abstención hace que sean necesarios menos votos para conseguir un escaño, y afecta por igual a todos los partidos, sean grandes o pequeños.

Veamos POR EJEMPLO: Los casos de las votaciones en La Laguna y S/C de Tenerife en las elecciones de 2007

MUNICIPALES 2007
OPCIONES
Nacional
Canarias
LP GC (Prov.)
SCTF (Prov.)
Santa Cruz (Munic.)
La Laguna (Munic.)
ABSTENCIÓN
36,73
38,58
37,78
39,39
49,78
42,31
NULO
1,18
0,66
0,66
0,66
0,50
0,64
EN BLANCO
1,94
1,94
1,44
1,35
1,85
1,54
TOTAL
39,85
41,18
39,88
41,40
52,13
44,49
 
En Santa Cruz de Tenerife gobierna con mayoría absoluta la suma de estos dos partidos CC: 17,6% + PP: 9,4 % = 26 %, es decir, Miguel Zerolo es alcalde habiendo sido votado por 18 de cada 100 chicharreros junto con los 9 de cada 100 del PP, hay 74 de cada 100 ciudadanos que no lo han votado. Aquí también gana el partido de  la abstención: 49,78, casi la mitad del censo electoral, que son 91.431 vecinos que no han ido a votar

En La Laguna gobiernan con mayoría absoluta también la suma de CC: 26,8 + PP: 6,2 % = 33 %, es decir, primero Ana Oramas y luego su sustituto Fernando Clavijo, han sido alcaldesa y alcalde, respectivamente, habiendo sido votados por 33 de cada 100 laguneros, hay 67 de cada 100 ciudadanos que no los han votado. Aquí también gana la abstención: 42,31%, que son 49.420 laguneros.
2ª opción: Voto en blanco.

Este es el voto de los indecisos o de los que no encuentran partido que los represente y también es un voto de descontento. Votar en blanco favorece a los partidos con mayoría. La influencia que tienen los votos en blanco en el reparto de escaños es mucha, aunque no lo parezca a simple vista.

Vamos a ilustrarlo imaginando unas hipotéticas elecciones regidas por la misma ley electoral que la de Canarias, pero en las que hay 20.000 personas con derecho a voto, y de esas, sólo 10.000 han votado. Tenemos pues un 50% de abstención.

Los 10.000 votos han quedado repartidos de la siguiente manera:

Partido A:………………… 4.000 votos.
Partido B:………………… 3.500 votos.
Partido C:………………….1000 votos.
Partido D:………………….. 550 votos.
Votos en blanco:…………....950 votos.
Total:…………………….10.000 (50%)

Algunos detalles importantes:

-Para que un partido cualquiera pueda acceder al reparto de escaños es necesario que acceda a un porcentaje mínimo de votos con respecto al total de votos emitidos. En unas CCAA, esa barrera es del 3%, en otras es del 5%, y en Canarias es del 6% (la mayor de España) que además pone la doble barrera del 30% insular (pero que para este ejemplo no la consideramos).

-Imaginemos también que los escaños que se reparten son un total de 40.

Empecemos con el recuento, veamos los porcentajes de cada uno para ver quienes superan la barrera del 6%: 40% para el Partido A, 35% para el Partido B, 10% para el partido C, 9,5% para los votos en blanco y 5,5% para el Partido D.

El Partido D no ha alcanzado ese 6% y se quedan fuera del reparto de escaños.

¿Y qué pasa con el voto en blanco? Pues pasa que sí que se cuenta, su 9,5%, porque es un voto válido y así está contemplado en la Ley Electoral de Canarias, pero no computa, esto es, no entra en la segunda fase, en la del reparto de los escaños, aún cuando pase del 6%.

¿Qué nos queda? Un parlamento con 40 escaños a repartir entre tres partidos de la siguiente manera:

Partido A: 4.000 votos……………….19 escaños.
Partido B: 3.500 votos……………….17 escaños.
Partido C: 1000 votos…………………4 escaños.

¿A cuántos votos sale el escaño a cada partido? Con una sencilla operación que resulta de dividir los 8.500 votos computables para el reparto de escaños, entre los 40 escaños, nos da un resultado de 212,5 votos.

El partido D ha sacado 550 votos y no ha obtenido ningún escaño porque no superó la barrera del 6%., cuando al resto de los partidos que superaron el 6% cada escaño les salió a 212,5 votos: ¿Consideran esto democrático y justo?
Ahora veamos qué pasaría con una pequeña variación en los resultados. Veamos qué ocurriría si los que votaron en blanco deciden finalmente no votar y se abstienen.

Es claro que variarán los porcentajes de votos sobre el total de cada partido, restado ya el 9,5% de todos los que votaron en blanco. Varían pero, ¿en qué sentido?

Con unas simples reglas de tres obtenemos el resultado siguiente:
Partido A con un 44%, el Partido B con el 39%, el Partido C con el 11% y el partido D algo más del 6%. Ahora con este resultado el partido D entra en el reparto. Y además le corresponden 2 escaños. 2 escaños que antes no tenía y que se los ha restado al partido A, que se queda con 18 escaños, y al Partido B que se sitúa en 16.

Segunda y principal conclusión que sacamos de esta simulación: el voto en blanco que se dio en el primer caso perjudicaba claramente a un partido pequeño y beneficiaba a los partidos más votados. En el segundo caso, los descontentos que en vez de votar en blanco se lo pensaron mejor y decidieron quedarse en casa y abstenerse han conseguido que haya cuatro fuerzas políticas con escaños, en lugar de tres.

Piensen ahora los que votaron en blanco en tantos y tantos comicios, cuántos escaños le habrán quitado a partidos minoritarios para dárselos a partidos grandes, cuando probablemente su intención era la contraria, es decir, castigar a los grandes. Entienden ahora por qué al sistema le interesa que la gente no sepa, no esté bien informada, se mantenga en la ignorancia política, haciéndoles creer que la política es cosa complicada y asunto de profesionales, o sea, de ellos.

Se entiende ahora mejor por qué casi nadie se molesta en explicar este detalle y a ningún partido de los grandes le preocupa ni parece molestarles esta opción de los descontentos de votar en blanco.
Si su intención es no apoyar a los partidos mayoritarios, no parece muy buena opción de protesta el uso del voto en blanco.

3ª opción: Voto nulo.

El voto nulo se considera un voto inválidamente emitido, es decir, un voto que no se ajusta a ninguna de las opciones posibles y disponibles en los procesos electorales actuales.
En los inicios de la democracia el voto nulo era relacionado con personas que se equivocaban al votar por desconocimiento del proceso. Sin embargo, desde hace poco para acá se ha identificado también con un voto de protesta de corte radical, frente al voto en blanco que hemos visto que beneficia a aquellos contra los que queremos protestar.

El voto nulo, a diferencia del voto en blanco, se queda en la primera fase y sólo se cuenta como voto emitido, pero no entra a beneficiar ni perjudicar a nadie con el reparto de porcentajes. Este es un voto que ni siquiera juega, rompe las reglas, no las acepta, y lleva así por tanto implícito el mensaje de protesta. El voto nulo, según sus defensores, no quiere un pequeño cambio, quiere un cambio sustancial, quiere otra manera de hacer las cosas 

Los partidarios del voto nulo, que están haciendo una fuerte campaña de promoción de esta opción de voto, explican su postura mediante la siguiente explicación basada también en el siguiente supuesto. Ellos dicen: "hagamos una simulación con la que podremos ver el potencial del voto nulo bien organizado. Tomemos las últimas elecciones al Parlamento de Canarias en el año 2007. Fueron 921.284 votos a partidos, frente a 523.594 electores que no fueron a votar. ¿Cuántos de ese más de medio millón no votaron por pasotismo y cuantos no votaron como expresión de protesta? Nunca lo sabremos con certeza. Ahora imaginad que 323.000 de esos abstencionistas decidieran votar nulo en lugar de quedarse en casa. ¿Qué habría pasado?: que el voto clara e incuestionablemente contrario y rebelde al sistema habría ganado las elecciones.

Y nosotros decimos, muy bien, si se hubiera producido ese caso simulado, lo que no explican los partidarios del voto nulo, es que al disminuir la abstención los resultados hubieran variado considerablemente y el número de votos necesarios para alcanzar un escaño hubiera aumentado muchísimo por lo que este resultado hipotético volvería a beneficiar a los partidos más votados, entre otras consecuencias prácticas que no se molestan en mostrarnos.

Conclusión: Podemos entender la victoria moral de esta opción del voto nulo y podemos además decir que si se diera ese caso, en justicia, deberían repetirse las elecciones si la legislación electoral fuera más democrática y contemplara que una participación por debajo del 50 %, por ejemplo, invalidara esas elecciones y tuvieran que repetirse. Pero con la actual ley electoral canaria esto no sería así y sólo conseguiríamos beneficiar de nuevo a los mismos.

4ª opción: Voto a un partido como el partido humanista


Contra esta opción siempre juega la mentira y manipulación informativa y de los partidos mayoritarios de que votar a este tipo de partidos es desperdiciar el voto, aquello del "voto útil", como si de una inversión económica se tratara.

En la opción humanista los recursos para la campaña electoral salen de los bolsillos de sus propios militantes y simpatizantes y no pedimos préstamos a la banca que luego implica obedecerles a ellos y perder nuestra independencia y libertad de acción.

Los medios de comunicación públicos nos colocan en la parrilla de la programación de más baja audiencia y los medios privados nos ignoran o silencian, sin embargo, los partidos en el poder tienen todo el tiempo y los mejores repartos en la programación pública y privada.

Los "coalicioneros" (CC) oportunistas sólo hacen lo de siempre, representar el papel de víctimas para recaudar todo lo que se pueda en Madrid y el de perros guardianes de los intereses de los "suyos" aquí, llevándonos a la ruina económica, social, cultural y ecológica de la mayoría de los canarios a los que dicen defender.

La alternativa real no es entre populares y socialistas, caras de la misma moneda y dependientes del poder económico, sino entre las dos direcciones posibles para nuestro pueblo: concentración (financiera, militar, industrial) o descentralización del poder hasta la base social. La disyuntiva es: o aumenta la igualdad, la participación y la democracia real para todos o crece la desigualdad, la discriminación y el sufrimiento social, y por tanto la violencia en sus distintas formas.

Para nosotros la alternativa real se da entre aquello que humaniza y lo que deshumaniza, entre lo que eleva y da libertad a las personas, y lo que las convierte en objetos para usar por otros. No hay criterio económico, ni intereses de estado que puedan justificar el aumento de la desigualdad entre grupos humanos, ni una política manchada por la complicidad mentirosa con aventuras militares criminales.

El voto útil es un engaño destinado a impedir cambios. Y no aguantará indefinidamente.

Los humanistas lanzamos nuestro mensaje dirigido a quienes experimentan lo singular del momento que vivimos y ven la posibilidad de lograr verdaderos cambios personales y sociales obrando con coherencia. Concebimos la política como medio para ayudar a los demás a superar el dolor y el sufrimiento y no como un medio para servirnos de el.


¡Si estás cansado de tanta mentira... construye algo verdadero!